De la ciudad a las alturas

Hace cinco años tomé la decisión de dejar atrás el bullicio de la ciudad y adentrarme en la vida en la montaña. No fue un salto fácil, pero algo dentro de mí pedía a gritos la tranquilidad de los bosques, el aire puro y el ritmo pausado de la naturaleza.

Desde entonces, cada día ha sido una lección. Aprendí a leer las señales del clima y a adaptarme a las estaciones con humildad. La montaña no es un simple escenario; es un maestro exigente que me ha enseñado paciencia, resiliencia y gratitud.

Vivir aquí me ha llevado a una conexión más profunda con la tierra y conmigo mismo. La autosuficiencia se ha vuelto parte de mi día a día. Cada acto tiene un significado, cada esfuerzo se siente recompensado con lo esencial: el amanecer sobre las cumbres, el sonido de los ríos, la visita inesperada de algún animal curioso, un zorrito vino de visita.

Pero no todo es idílico. La soledad a veces pesa, y el invierno puede ser implacable. Los amigos vienen poco de visita, y la familia la veo escasamente. Pero aquí comparto mi vida con Norbert y juntos nos apoyamos en esos momentos más difíciles

Sin embargo, en esos momentos duros es cuando más he aprendido sobre la fortaleza interior, sobre la importancia de respetar el entorno y sobre la capacidad que tenemos para adaptarnos.

Hoy, después de cinco años, miro hacia atrás y sé que tomé una buena decisión. La montaña me ha dado más de lo que imaginé: paz, aprendizaje y una conexión indescriptible con la esencia de la existencia.

Hoy, al mirar el paisaje que me ha acogido durante estos años, siento una profunda gratitud. La montaña, con su quietud y su fuerza, me ha enseñado que la verdadera paz no viene de escapar del mundo, sino de aprender a escuchar sus silencios y su sabiduría. Al final, no se trata solo de vivir en la montaña, sino de vivir con la montaña.

Y en ese aprendizaje constante, me he encontrado a mí misma.

Si alguna vez has sentido la necesidad de escapar, de alejarte del bullicio y redescubrir lo que significa realmente disfrutar de la vida, la montaña tiene algo especial para ti.

No tienes que vivir aquí para experimentar su magia; una escapada es suficiente para sentir su poder. Ya sea por unos días o por mucho más, ven a disfrutar de la paz, la belleza natural y las lecciones que solo este entorno puede ofrecer.

La montaña te espera, lista para compartir su serenidad.

Un abrazo!

Campelles

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